Tu sonrisa diaria se nutre de la calidad de tu mirada.
Mar de los Ríos, esta que les habla, renacida cada día, bailarina de mente y juntaletras de vocación. Me atrevo a plantar mi propia flor con mis colores favoritos: la sonrisa y la mirada desde el alma.
Nacida en Toro, Adela fue la segunda de las tres hijas que, tras el temprano fallecimiento de la madre, educó y crió el padre. Publicando sus primeras ilustraciones en El Noticiero de Toro. En 1925 su padre la envió a Madrid al colegio «San Luis de los franceses» para que estudiase francés, taquigrafía y corte y confección. Al día siguiente de llegar, se examinaba para entrar en la escuela de Artes y Oficios. Su intención fue prepararse para entrar en Escuela de Bellas Artes, lo que consiguió en 1926. Los cuatro primeros años pudo estudiar gracias a dos becas. Con el tiempo llegó a reconocer que de francés no aprendió nada pero que logró entrar en la Academia de San Fernando. Allí entabló amistad con Maruja Mallo, Remedios Varo y “Pitti” Bartolozzi.
Delhy buscó el conocimiento artístico de las vanguardias, el contacto con otras personas y otras perspectivas desde las que mirar el mundo. Ello la llevó a viajar tanto dentro como fuera de las fronteras españolas En 1934 pintó el cuadro “Mercado Zamorano”,obra que presentó en la Exposición Nacional dedicada al traje regional y que recibió excelentes críticas. Ese mismo año obtuvo una beca y se marchó a París a estudiar pintura mural.
En 1936 pasó las vacaciones en Marruecos debiendo prolongar su estancia hasta septiembre por causa de la guerra civil. Delhy consiguió volver, pero ante la imposibilidad de llegar a Madrid para seguir impartiendo sus clases, se quedó en Toro en donde fue profesora de dibujo en el Instituto. En 1937 le encargaron realizar murales para comedores infantiles de Salamanca y para el hotel Condestable de Burgos. Cuanto terminó los murales que le habían encargado, solicitó el visado especial para viajar a Florencia donde permanecería dos años. En 1938 regresó a París donde tuvo un acercamiento al surrealismo
En agosto de 1939 regresó a España. Instaló su vivienda-estudio en el edificio de La Prensa, en la plaza del Callao, en Madrid. Pintó los techos del cine instalado en los bajos del inmueble. En 1943 fue galardonada en la Exposición Nacional con la tercera medalla en la sección pintura. Delhy Tejero entró en lo que ella llamó su «segundo misticismo», etapa durante la cual su obra perdió el carácter renovador, si bien todo el conocimiento adquirido estaba latente. En esta etapa destruyó las obras creadas en París.
En 1947, después de la exposición colectiva de pintura que organizó el gobierno español en Buenos Aires, abandonó de forma progresiva la línea mística. A su obra volvieron las figuras, pero fusionadas. En 1948 ganó el concurso convocado por el Ayuntamiento de Zamora con su proyecto de mural El amanecer jurídico zamorano.
A partir de 1951 se produce el renacer de su propia experiencia de las vanguardias hacia la abstracción. En 1953 participó en la primera exposición de arte abstracto en Santander. Fue la única mujer que expuso. La siguiente exposición fue colectiva, en La Habana en 1954. Y la última, individual, en las salas de la Dirección de Bellas artes. En 1959 sufrió un infarto. Durante los años posteriores, hizo murales por encargo. Un viaje a París la llevó a considerar que el surrealismo había muerto. Agravada su enfermedad, aún siguió pintando y haciendo ilustraciones hasta que el 10 de octubre de 1968 falleció en Madrid, a causa de una angina de pecho.
Un placer conocer tu obra, querida Delhy, esta es tu casa: Otrasquebaileen
Hoy, 29 de mayo de 2018 nos despertábamos con la triste noticia de que la flor de la canela se marchaba al jardín de las delicias. Única en su género, sin parangón, estuvo actuando hasta hace cinco años. Hoy se cierran setenta años de deleite y comienza la Eternidad de verla siempre con sus brazos extendidos y sus gemelos detrás acompañándola. Para mí significa ver a mi madre feliz tarareando sus canciones mientras crecíamos, soñábamos con ser mayores. Toda una vida juntas.
Cuando La Chana habla sus pies comienzan a repiquetear, porque todos su recuerdos son ritmo, compás y flamenco. Su duende y su baile podían haberla llevado a Hollywood, pero se quedó a medio camino por culpa del machismo de los que la rodeaban. Ahora vive un momento de reivindicación en torno a su figura. Sigue bailando sentada en una silla y sigue poniendo los pelos de punta a sus 71 años.
Imprescindibles en La 2, estrenaba ayer, 28 de mayo La Chana, la apasionada historia de amor de la bailaora por su arte. Este documental dirigido por Lucija Stojevic y coproducido por RTVE, ha recibido los premios Feroz y Gaudí entre otros galardones internacionales.
El trabajo narra la historia de cómo la increíble fuerza de la bailaora gitana le permitió superar las complicadas circunstancias de su vida. La artista se enfrenta así a su vejez y a la imagen de mujer y bailarina que fue. Entre los años 60 y 80 la barcelonesa Antonia Santiago, La Chana, fue una de las más grandes estrellas del mundo del flamenco. La bailaora autodidacta irrumpió en los escenarios en plena edad dorada, deslumbrando al público gracias a su estilo innovador caracterizado por sus novedosas combinaciones rítmicas. Actuó junto a Peter Sellers, quien le animó ir a Hollywood, invitación que no aceptó. Al ser víctima de agresiones de su marido durante 18 años su prometedora carrera se truncó. Pero volvió con 37 años con la rabia del abandono del que era su carcelero, llevándoselo todo. Abrió otra vez el baúl de sus vestidos y le dijo a su hija: Me valen todos. Y vaya si le valían, volvió a pisotear el mundo con sus tacones mágicos.
Todavía levanta pasiones cuando desde su silla es capaz de dejarnos perplejos, sin aliento, con el aleteo de sus pies y sus brazos. Por mucho tiempo, Chana bella.
Os dejo el enlace del hermoso reportaje de Inprescindibles de la 2.
Elena Poniatowska, ganadora del Premio Cervantes 2013, retrata a las mujeres protagonistas de las luchas sociales en México.
En los años sesenta Elena Poniatowska conoce a Josefina Bórquez, la Jesusa Palancares. Le pareció un ser formidable, único. Para empezar por su manera de hablar, de vivir su soledad elegida. Por eso empezó a visitarla todos los miércoles. A través de ella descubrió la situación de las mujeres y de cómo las ven tan injustamente la sociedad, los hombres y las propias mujeres”.
Las indómitas rinde tributo al rostro anónimo de las mujeres que lucharon en la Revolución, quienes se abrieron paso en una época literaria dominada por los hombres. A través de esta recopilación de los mejores ensayos de la veterana autora, el lector se sumerge en la vida de las indómitas, muchas veces olvidadas pero nunca silenciadas. El estilo y manejo del lenguaje de Poniatowska, lleno de modismos mexicanos, para un lector español resulta estimulante en el ejercicio de la traducción simultánea.
He aprendido muchísimo con este libro. Elena es sabia por edad y trayectoria y cada página es una aventura para la mente y deleite para el lenguaje. Me reafirma en mi admiración infinita por las mujeres del siglo XX, que tanto tienen que decir por siglos.
Una frase: “Tengo cada vez más fuerza, estoy creciendo, ahora sí, voy a ser una mujer.”
Del tango de Carlos Gardel de 1934, llegamos al aflamencado de esta propuesta en 2013 para la película de Almodovar del mismo título. La fuerza de Estrella le da lustre al tema haciendo completamente nuevo, fresco.