MUJERES QUE LEEN, MAYO 2020: EL VERANO EN QUE MI MADRE TUVO LOS OJOS VERDES

 

El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes.

Tatiana Tîbuleac

Impedimenta, 2019

Se trata de una novela galardonada por el gremio de libreros de Madrid como el mejor libro de 2019. El título ya me parecía un promesa de Impedimenta, quien, a mi juicio, pasa por ser una de las editoriales más exquisitas de nuestro país.

La historia trata de la difícil relación materno-filial desarrollada en un ambiente hostil, donde el amor no ha sido el cimiento de una familia. Se presenta al lector un grupo de adultos tóxicos que les ha tocado vivir juntos, vistos a través de los ojos de un adolescente, Aleksy, el hijo calificado como enfermo mental.

La rabia, el odio, el inconformismo que destila el protagonista adolescente a través de la voz escogida por la autora, recuerda al principio al genuino Holden, protagonista del clásico El guardián entre el centeno de Salinguer. Después, a través de sus capítulos, va tomando cuerpo propio de la mano de una belleza poética que nos transporta hasta esa casa donde pasará un verano con su madre, el último verano con ese ser al que odia, pero que tiene los ojos más bellos con los que nadie pueda cruzarse. Y es a través de esa metáfora, donde la esperanza se enraíza hacia la posibilidad de sentimientos positivos. Y ello se va haciendo realidad en el peor de los escenarios, la enfermedad terminal de la madre, que quiere pasar sus últimos días a solas con su hijo mal amado en una casa destartalada de la campiña francesa. Concurren frases muy poderosas en el proceso de transformación de los sentimientos, que explican la necesidad de escarbar en la vida de quienes consideramos primera familia y quizá poder así poder perdonar comportamientos impropios que nos marcaron. El alcohol, el desamor, la violencia de género, la pobreza femenina, la culpa…, todos estos fantasmas que rondan a los protagonistas va saliendo a la superficie desde los estratos de la infancia, en aquel verano que marca un antes y un después en la vida de Aleksy. Porque la moraleja es que en medio de la tragedia, uno/a se puede volver mejor persona, incluso para transformarse en artista. La poesía del sufrimiento está muy bien trabajada a través de capítulos cortos, uno de los grandes aciertos de la novela, para atraer la atención lectora a un ambiente tan acido sin empacho. Si le tuviera que poner un pero seria la falta de sorpresa, depositando la buena acogida de su lectura en el deleite de la construcción de cada página, de cada sentimiento dibujado en cada capítulo.

Un extracto: Mi madre tuvo razón esa tarde y otras tardes que siguieron. Pero el papel de filósofo no le pegaba en absoluto, ni siquiera a punto de morir, sobre todo porque siempre fue una hija, una esposa y una madre de segunda mano.

Tatiana Tîbuleac, es una periodista y escritora nacida en la república de Moldavia (antigua Unión Soviética, con población 80 % rumana) que se ha convertido en un valor en alza de las letras con esta su segunda novela.

La traducción me resulta impecable, por lo que hay que dar también la enhorabuena a la traductora que figura en portada por méritos propios: María Ochoa de Eribe.

Un libro, una edición, en resumen, muy recomendable, efectivamente para premiar.

Mar de los Ríos

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