Habitación diecinueve (Doris Lessing )

Editorial: Cuentos europeos.
Año: 1963.
Páginas: 72.
Es una historia corta escrita por Doris Lessing, cuya protagonista es Susan, quien refleja el rol de de la perfecta madre y esposa. Es una mujer feliz porque está casada con un hombre maravilloso y tiene cuatro hijos estupendos; una casa grande y blanca que no debe de limpiar ella rematan el cuadro de vida plena femenina. Los amigos siempre hablan de la vida tan perfecta que ha construido. Y todo es falso en la medida en la que la propia Susan no cree en aquello que siempre ha defendido. Así que un día decide escapar de todas sus máscaras sociales y buscar un espacio en el que poder ser libre, feliz y auténtica. Un lugar que sea solo suyo. Un rincón en el que despreocuparse y no pensar en qué hay que hacer después. Habitación diecinueve en un pequeño y sucio hotel.
Para mí esta novela corta representa los auténticos ojos de mujer, la dualidad entre lo que se espera de nosotras y lo que esperamos nosotras mismas, si es que nos atrevemos a hacernos esa pregunta alguna vez en nuestra vida. La recomiendo fervientemente y si os gusta experimentar la versión original la recomiendo en inglés. (To room nineteen)
Doris Lessing, (Irán 1919 – U.K. 2013) Publicó también bajo el pseudónimo de Jane Somers, fue una escritora británica, ganadora del Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2001 y Nobel de Literatura en 2007. Abarca medio centenar de novelas y gran número de relatos cortos, aunque cultivó también ocasionalmente otros géneros (el teatro, la lírica, el ensayo, la biografía y el libreto de ópera).
En 1962 publicó su novela más conocida, El cuaderno dorado que la catapultó a la fama, convirtiéndola en el icono de las reivindicaciones feministas. Fuera de la crítica social de sus primeros textos (Canta la hierba, 1950, o la pentalogía. Hijos de la violencia 1952-1969), también indagó en la novela psicológica y existencial.
Recuerdo varias entrevistas a tenor de su premio Nobel de literatura en 2007 y me sorprendió encontrar a una señora escéptica, que no quería oír hablar de etiquetas, de feminismo, ni del Cuaderno dorado; harta de que le preguntasen en todas sus entrevistas por qué abandonó a su hijo con 18 años con su padre, estaba de vuelta de todo. Cuando le llegan los grandes premios era una anciana que vivía una vida sencilla con sentido del humor y que conservaba un verbo excepcionalmente preciso, fruto del mayor placer que conocía y del que podía seguir disfrutando: no dejar de leer. Una sabia del siglo XX que no se identificaba con el glamour ni vital ni literario.
Nos gustas, Doris, bailando siempre juntas.
MAR DE LOS RÍOS, NOVIEMBRE 2016