POEMAS DE UNA VIDA (EDITORIAL FAMILIAR, 2003)
MARIA FLORA PORRAS
Este último mes ha sido para mí un mes de aprendizaje. Y de sufrimiento. Estas dos palabras suelen ir íntimamente unidas, si no se siente así es que se es estúpido/a. Y es que a mi madre le dio un ictus el 26 de junio. Por suerte ya lo está superando y parece que le van a quedar pocas secuelas. Hemos aprendido mucho todos, por encima de cualquier otra cosa a amarla cuanto más pedida y vulnerable estaba. También a compartir su belleza y sabiduría que todavía es patente para quien la conoce y tiene el honor de ser su hija/o. Y he pensado mucho si escribir este post o no, porque, no se trata de hablar de mí, pero al final he concluido que no podía hablar este mes de otra cosa que no fuese ella, de sus ojos de mar y su alma de artista. Además, de ella viene mi germen de escritora, porque es poeta. Solo tiene un libro publicado que le regalamos como sorpresa hace casi 20 años robándole sus poemas de cajón con llave. Una no es artista, una no tiene calidad digna de atención por la repercusión mediática que la vida le haya reportado, la calidad, los ojos de poeta, se tienen o no se tienen. Y mi madre los tiene. Por todo ello vaya mi homenaje a mi poeta favorita, María Flora Porras y su libro Poemas de una vida, prologado por la gran escritora y poeta Ana María Romero Yebra y sus tres hijos. La portada es un cuadro de mi padre. A lo mejor lo reeditamos algún día, quién sabe. Por ahora comparto uno de sus poemas, “Mis niños”, el más sentido para mí, con una foto incluida de cuando fuimos así de verdad, aunque sigamos siéndolo en su cabeza siempre.
Ahora estamos leyendo juntas cada mañana un capítulo de El Principito. Sus carcajadas bajitas con las ocurrencias del niño extraterrestre, uno de mis libros favoritos, son un regalo. Entender la fina ironía de Saint Exùpery es la mejor seña de su recuperación.
Mar de los Ríos