CUENTO DE NAVIDAD, DICIEMBRE 2019: LOS NIÑOS DE LAS ESTRELLAS (MAR-MARINA)

LOS NIÑOS DE LAS ESTRELLAS

Este ha sido mi cuento de Navidad publicado en La Voz de Almería el 24 de diciembre e ilustrado por Marina. Un trabajo madre e hija que nos pone una vez más en la pista para bailar juntas desde la verdad de nuestro arte. Espero que os guste. Feliz 2020 para todas, para todos y que las estrellas sepan guiarnos a mundos mejores de los que parecen venir.

LOS NIÑOS DE LAS ESTRELLAS

24 de diciembre de 2119

Suena El Himno de la alegría en la nave. Ya se ve el faro. Los tres estamos muy ilusionados. Aterrizamos. Nuestro maestre nos espera en la puerta de la gran torre. Será el encargado de ilustrarnos sobre el planeta de nuestros mayores y el que queremos repoblar. Pero aún no estamos preparados, todo está demasiado reciente. Hemos venido a aprender de los vigilantes que habitan en algunas de estas construcciones antiguas situadas en los sitios más altos de las costas, tras la gran subida del nivel del mar.

Yo me llamo Greta y soy la encargada de esta primera expedición. Mis compañeros de viaje son: Noah y Frost. Cada uno procedemos de una de las tres bases del espacio. Tenemos 11 años terrestres. En cada estación vivimos alrededor de mil individuos entre humanos y humanoides. Y eso es todo lo que queda de la especie flotando en el espacio.

Nos llaman los niños de las estrellas y tenemos una misión que vamos a compartir con los centinelas de Cabo de Gata, el punto elegido del planeta para el encuentro. Volveremos a las bases espaciales cuando llegue la próxima luna llena. Entonces deberemos tener respuestas a tres preguntas. Porque cada uno de nosotros ha elegido la suya según hemos estudiado la Historia de las Civilizaciones. La cuestión tenía que girar en torno a algún elemento que desapareció con El Cataclismo de 2030 y que nos resulte interesante recuperar ante el Consejo Estelar. Noah ha elegido los libros antiguos, los de papel, Frost está muy interesado por la comida, la manera de alimentarse que tenían hace un siglo, justo antes de la hecatombe. En cuanto a mí, aunque se sorprendieron con mi preferencia, me la han respetado: quiero saber qué era la Navidad.

Maestre nos saluda con las manos juntas situadas frente al pecho inclinando su cabeza. Le devolvemos el saludo de paz. Nos conduce al microclima creado dentro del faro donde podemos quitarnos los trajes.

Todos hablamos los catorce idiomas principales, por lo que a partir de sonreírnos, maestre comienza su discurso de bienvenida. En esta ocasión usa el español y seguimos sus palabras emocionados. Ninguno de nosotros había practicado antes esta lengua. Maestre se llama como el faro que habita, Gata y así nos pide que le llamemos. Tiene las extremidades robóticas, también los ojos y suponemos que los órganos internos, como todos los supervivientes.

En Gata vivimos ahora siete centinelas: tres humanos, Helio, Oxi y yo, dos robots, A1 y B2 y dos perras, Luz y Suerte—. Nos cuenta maestre. —Nos encargamos de organizar los trabajos de limpieza del viejo mar Mediterráneo desde esta esquina. No se habla ya de países para nombrar a los territorios. El planeta ya no tiene fronteras, todo son coordenadas espaciales.

Gata es científica marina, Oxi es biorobótica y Helio es proveedor además de artista. Los tres tienen aspecto de unos 30 años terrestres antiguos aunque nacieron hace más de 100. Helio sonríe todo el tiempo. Está muy emocionado con nuestra visita. Es el encargado de poner música ambiental mientras nos cuenta las historias más curiosas. Ahora ha elegido una sinfonía clásica de pájaros.

—Parece increíble que fuese este el sonido exterior no hace tanto—, dice Noah bajando la cabeza algo triste.

En los faros del Norte están experimentando con la recreación de huevos a partir de ADN con la esperanza de que algún día vuelvan a volar aves por un aire limpio—, contesta Oxi.

Le contamos a Gata cuáles son nuestras principales inquietudes, además de investigar sobre: libros, comida y navidad. Los tres vigilantes del faro se miran cómplices. Oxi y Helio salen de la estancia mientras Gata se queda con nosotros.

Me parece que habéis elegido sabiamente vuestros temas de investigación para iniciar el proceso de descubrir quiénes éramos. Imprescindible vuestra expedición para colaborar, como la primera generación de humanos nacidos en la estrellas que sois, en determinar el rumbo sobre lo que queréis ser. Bien, comencemos por los libros —nos dice. —Mañana visitaremos con Hope, nuestro submarino, todo el Cabo. También quisiéramos llevaros hasta la ciudad hundida bajo el mar que queda aquí cerca, Almería. Pero para empezar con las respuestas a vuestras cuestiones—saca un objeto desde dentro de una especie de caja que dice ser un cofre rescatado de un barco hundido frente a las costas —quiero mostraros este libro—. Nos lo pasa. Los tres lo acariciamos. En su portada reza: Una Gata en el Cabo. Noah tiene el honor de voltear sus páginas, es su tema.

Lo escribí hace 90 años. Ahora Tengo 115. En él hablo de las maravillas de este lugar antes de que el cambio climático y las guerras nucleares provocaran la gran huida de la especie. Entonces yo tenía veintitantos y muchas ganas de cambiar el mundo. Estaba ya en la Universidad estudiando la fauna marina y decidí redactar este libro al estilo arcaico. En él describo las especies y su entorno, el de mi infancia. Porque yo nací en esta región. Recuerdo venir con mis padres a la playa cercana, que se llamaba El Arrecife de las Sirenas, justo aquí, debajo del faro y que ahora ha quedado sumergido. Estas eran aguas protegidas en el siglo XXI con multitud de especies.

Frost es el más callado del grupo de las estrellas, un chico de pelo verde muy listo y especialista también en fauna marina:

—Pero entonces, ¿ahora mismo no hay vida, no hay peces? Me refiero a los animales vertebrados acuáticos que regulan su temperatura a partir del medio ambiente y con respiración por branquias.

—La fauna marina ha desaparecido de los mares, Frost. Esa es la versión oficial. La realidad es que no hemos encontrado vertebrados en estos 20 años que llevamos de vuelta. A1 y B2 bucean todas las semanas y traen muestras. Sobre todo recolectan conchas vacías de lo que fueron gasterópodos, los moluscos de una sola concha.

Luz y Suerte se arriman cariñosas a los niños de las estrellas y se tumban

a sus pies. Parecen querer consolarlos como diciendo: —Pero nosotras estamos aquí todavía.

—Vayamos por partes. El libro es para ti, Noah. Tenemos muy pocos ejemplares de lo que eran los volúmenes de conocimiento en papel. Este es mi tesoro particular que quiero que conserves tú. La historia añadida de este libro es que lo encontré en un cajón cuando volví a la Tierra como centinela. Algún farero lo compró y permaneció aquí todo este tiempo.

—¡Vaya, muchas gracias! ¿Y hay barcos hundidos en el Cabo?

—Claro que existen. La razón principal es una gran piedra hundida frente al faro que hizo mucho daño a toda la navegación que doblaba esta punta. El nivel de las aguas de entonces era mucho más bajo y la laja emergía como un gran monstruo que no avisaba al navegante y que partía las naves en dos, hundiéndose en minutos. Por eso hay muchos pecios cerca de aquí que datan desde el siglo XVII hasta principios del XX. De ellos A1 y B2 han recuperado algunos objetos de uso de sus tripulantes que os podremos mostrar después: platos, monedas, baúles o ropas de época. Tenemos un pequeño museo. El rastreo de las profundidades también nos sirve para constatar el nivel de basuras radiactivas y los montones de latas y plásticos que todavía quedan por limpiar del fondo marino. Aunque el problema más gordo son los microplásticos, los pedacitos de los residuos que no se ven pero que forman parte del mar y que fueron letales.

Los niños de las estrellas asienten. Los vigilantes del faro sonríen, pese a todo no deben de caer en la nostalgia, ya no. De pronto suena un tal Frank Sinatra. Y sin saber por qué, va cambiando el estado de ánimo a mejor.

Ahora Frost quiere hablar de su tema elegido, la manera de nutrirse de antes. Entonces entran en la sala Oxi y Helio con objetos que habíamos visto solo en imágenes.

Esto es una mesa, sillas, un mantel, platos, cubiertos, vasos…

Lo van colocando todo en el centro de la sala en un orden que desconocemos y con una especie de ceremonia sobre el lugar de cada cosa. Después viene la comida que sirven sobre los platos.

Esto es lo que podemos ofreceros de lo que cultivamos por ahora en nuestro faro. A principios del siglo XXI, en 2007, se inició la construcción de lo que se llamó El Arca y que consistió en edificar un búnker en el Ártico para guardar la mayor diversidad de semillas posibles, con objeto de poder usarlas en caso de guerra o contaminación y así poder volver a empezar. Un banco de seguridad para alimentar a la especie y que, efectivamente, nos está salvando el pellejo.

La Bóveda Global de las Semillas de Svalbard, ¿no?—, dice Frost orgulloso de sus conocimientos.

En efecto. De allí vienen nuestros primeros germinados que ya cultivamos en el invernadero del faro. Nuestro menú de celebración consiste en microalgas en forma de ensalada, aderezada con soja, lentejas y garbanzos. De segundo, tenemos algunos moluscos del fondo del mar que A1 y B2 han traído para vosotros. Ya están más que analizados, no temáis.

Degustamos los manjares con agua sacada por los robots procedente de las montañas cercanas. ¡Nunca habíamos probado H2O salvaje! Los habitantes de Gata nos relatan lo que eran antes los alimentos de celebración, las aves cocinadas rellenas con castañas, el jamón de cerdo, los calamares en aceite… —Pero basta— dice Helio. Entonces saca una especie de instrumento que dice es una pandereta y comienza a cantar. Gata y Oxi le siguen y nosotros hacemos palmas intentando unirnos. No conseguimos descifrar las letras y reímos a carcajadas. Helio continúa golpeando su pandereta:

Yo me remendaba yo me remendé…

Entre la algarabía Oxi abandona la sala y vuelve con un plato lleno de bolitas hechas de pasta de garbanzo. Las engullimos con pasión.

Bueno, Gata, ya solo queda que me hables sobre lo que era la Navidad.

Ah, sí, querida Greta, la Navidad, casi se me olvida. Ya te contaron su origen, ¿no? Así es, se conmemoraba el nacimiento de un mesías que se supone iba a salvarnos de nosotros mismos. No, no funcionó con ese ni con ningún otro, ya lo ves. En realidad esa fiesta se convirtió para mucha gente en la celebración de la esperanza, de un tiempo mejor por venir, una especie de plegaria conjunta. Como sabéis, ahora todas las religiones están prohibidas por lo mucho que nos separaron, y hasta donde yo sé no están en el catálogo de lo recuperable para la nueva especie. Pero el sentimiento de esas fiestas disfrutado cuando éramos niños inocentes como vosotros, nos quedó para siempre dentro. Porque la Navidad es esto que estáis viviendo en esta primera noche en el planeta de vuestros padres y que pasará a la Historia como el renacer, cuando los tres primeros niños de las estrellas bajaron a la Tierra un 24 de diciembre.

Suena entonces una música muy hermosa: Noche de Paz. Esta letra sí que la entendemos todos.

Definitivamente mañana será el primer día de otra era. Feliz Navidad.

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