MUJERES QUE LEEN, DICIEMBRE DE 2015: LA PEQUEÑA GRAN MALALA

MUJERES QUE LEEN, DICIEMBRE 2015: LA PEQUEÑA GRAN MALALA.

MALALA

MALALA, MI HISTORIA (MALALA YOUSAFZAI Y PATRICIA MCCORMICK)

Edición para jóvenes lectores. ALIANZA EDITORIAL, 2014

Dejad de oír música, dejad de ir al cine, dejad de bailar, dejad todo eso o Dios enviará otro terremoto para castigarnos a todos. Algunas de las mujeres se pusieron a llorar. (Esto es lo que recuerda Malala ante la imagen de su madre y sus vecinas apostadas cada día frente a la radio de Pakistán)

Es uno de los desgarradores fragmentos de esta biografía novelada de la niña pakistaní Premio Nobel de la Paz 2014 con 17 años: Malala Yousafzai

Yo sabía que era la niña de los ojos de mi padre. Algo muy infrecuente para una niña de Pakistán.

Malala comenzó su campaña por la educación de las niñas en su país con diez años, cuando el valle de Swat fue atacado por terroristas talibanes y peligraba el derecho de la educación.

Este libro es de 250 páginas, tamaño bolsillo, como a mí me gustan. Reza en su portada: Edición para jóvenes lectores, algo que puede confundir a los adultos que nos acerquemos a la historia de Malala. Si gustar a los más jóvenes es explicarse en un lenguaje limpio, no exento de calidad literaria, introduciendo mapas y fotos que enriquecen la historia ya de por sí bastante atractiva desde el punto de vista narrativo, entonces está claro que esta fórmula no tiene edad, funciona en sí misma. Nos encontramos ante una edición preciosa que recomiendo para todas las franjas de edad y que además de su belleza goza de un precio de bolsillo, 9,90 €.

Por tanto, de entre todas las existentes en el mercado, recomiendo ésta.

Una contraportada espectacular, arropa esta grandiosa historia con un dibujo magnífico de una niña ondeando una bandera a la que acompaña una frase como única idea para convencer:

Un niño, un maestro, un libro y un bolígrafo pueden cambiar el mundo.

Todos hemos oído de la historia de la niña Malala que se enfrentó a los talibanes para poder seguir estudiando y que por ello estuvo a punto de morir en un atentado, del que salvó la vida providencialmente. Pero si se produjo este gran milagro, esta raya en el agua de una niña sacada en voladas de la muerte, fue gracias a la generosidad del Reino Unido, que fue quien la evacuó a su territorio en un avión privado con varios profesionales médicos de incuestionable valía y que fueron capaces de valoras esas horas críticas con enorme temple y, con un coma inducido, trajeron a la vida a una de las grandes esperanzas del mundo árabe: La pequeña-gran Malala. Porque ellos ya conocían y adoraban a esta niña, gracias a los periodistas de la BBC que pasaron por sus montañas unos años antes y tuvieron la suerte de toparse con ella y con su padre a propósito del cierre de escuelas femeninas. Entonces fue ella la que estuvo llevando desde es momento un blog desde su más tierna infancia, informando de cómo se iba complicando la situación, especialmente para las mujeres en su país. Qué importante es la información, uno de los pilares a derribar por quien pretende implantar su ley del terror, y qué claro lo tienen sociedades de tan honda tradición demócrata y por ende feminista, como es el Reino Unido, a la cabeza desde hace siglos en acciones de este tipo.

Y el radicalismo religioso fue subiendo el curso del río Swat hasta alcanzar su aldea y el gobierno de su país miró para otra parte ante tanta barbarie, especialmente para con las mujeres, algo que no chocaba en forma alguna, según nos ilustra la propia Malala. Denigrar a una niña es lo de más normal en su cultura.

Cuando nace un niño en Pakistán, se celebra por todo lo alto. Se hacen disparos al aire. Se dejan regalos en la cuna del bebé. Y el nombre del niño se inscribe en el árbol genealógico. Pero cuando nace una niña, nadie visita a los padres, y las mujeres solo muestran simpatía hacia la madre. Mi padre no hizo caso de esas costumbres. He visto mi nombre -en brillante tinta azul- entre los nombres masculinos de nuestro árbol genealógico. El mío fue el primer nombre femenino en trescientos años (Ilustra en otro fragmento del libro)

Esta historia nos suena, se repite a lo largo de toda la de la Humanidad. Es la historia de una sociedad sin derechos, caldo de cultivo de gentes pobres de espíritu que, sin embargo, tienen muy claro que la cultura, los libros son sus verdaderos enemigos para existir.

La propia Malala afirma que no hay nada más fuerte, nada más gordo a lo que tema un talibán que a una niña con un libro. Simplemente para ellos es la encarnación del Demonio.

No quiero desvelar más, recomiendo vivamente su lectura a todas las Otras que baileen de cualquier edad, a partir de la que una chica tenga curiosidad por saber, que puede rondar los diez años, como la propia Malala.

Gracias, pequeña-gran Malala por resistir, por existir, por coger la bandera de la educación femenina. Gracias a tu padre por ser un gran maestro y saber que en las mujeres está la solución, en especial en países tan complicados de organizar como es el vuestro, el Pakistán del momento.

Mención de honor a Patricia McCormick, escritora estadounidense de gran prestigio, que a mi juicio lleva muy bien la historia al terreno de lo fascinante, según su pulso narrativo, la estructura y el lenguaje. Para más información: patriciamccormick.com

MAR DE LOS RÍOS

DICIEMBRE 2015

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