MUJERES QUE LEEN, AGOSTO 2019: AGNES GREY (ANNE BRONTË)

 

AGNES GREY

ANNE BRONTE, 1847

ALIANZA EDITORIAL 2017

Esta autora es la pequeña de las famosas hermanas Brontë y la menos conocida de las tres: Charlotte, Emily y Anne. La historia que cuenta en la novela de esta joven institutriz, fue publicada en 1847 por primera vez bajo el seudónimo de Acton Bell. Y en sí misma es la descripción de parte de la vida de esta peculiar saga familiar de la que bebieron las obras de todas ellas.

Este verano he estado en Haworth, en Inglaterra, el pueblecito que las vio convertirse en las escritoras universales que son y en mis escritoras favoritas. Y en mi maleta llevé en el viaje esta novela, Agnes Grey, y que deleitó  mi semana de viaje.

Anne solo escribió dos novelas, esta y La inquilina de Wildfell Hall (1848) y es digamos la escritora que, viviendo bajo la alargada sombra de la eternidad que supone la genialidad de Cumbres Borrascosas de Emily o Jane Eyre de Charlotte, está empezando a ser conocida 170 años después de desaparecer. Murió a las 29 años, meses después de Emily y pocos años antes de la última superviviente, Charlotte.

Volviendo al texto que nos ocupa, Agnes Grey, ha sido una grata sorpresa para mí, donde he encontrado a una autora de la categoría de su estirpe, comparada por la crítica actual con Jane Austen. Con un lenguaje refinado sin caer en la cursilería, nos describe la experiencia de la señorita Grey, trasunto de su propia vida, cuando sale de su casa para ejercer de institutriz en casas de abolengo y donde pone de manifiesto su observancia de la sociedad de mediados del siglo XIX, desde una perspectiva cambiante y avezada para la época. Sus opiniones sobre lo que significaba ser mujer y cómo se podía mejorar el mundo con la herramienta que tan bien se conocía en su casa, la educación, quedan patentes en todas sus páginas. Hace análisis muy adelantados a las enseñanzas de su época, sobre el valor de la bondad como pilar formativo intrínseco para el crecimiento de la infancia y del que adolecían sus alumnos malcriados en casas de ricos amorales. Su amor por la naturaleza y los animales, la búsqueda de un compañero de vida que entienda la necesidad de la protagonista de trabajar y cuidar de su familia, queda patente dentro de un argumento sereno, sin grandes acontecimientos, pero muy agradable de transitar. Anne era de carácter la más templada de los cuatro vástagos supervivientes de lo seis hijos que el reverendo Patrick Brontë tiene que ver morir en sus brazos y se nota como sello argumental.

Apuntar que ha sido un viaje espiritual, un sueño hecho realidad, poder visitar el escenario vital donde crecieron y crearon estas hermanas irrepetibles; transitar por sus aposentos, pasear por los páramos…, comprendes muchas cosas y yo las he sentido muy cerca en cuerpo, alma y obra. Escribiré sin duda sobre ello cuando regrese de allí… porque a pesar de que mi cuerpo ya está en casa, mi alma aún se quedó enredada en Haworth y todavía se niega a regresar al calor de este mundo acelerado y cómodo donde se supone que vivo.

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