MUJERES QUE LEEN, JULIO 2018: SINGLADURAS, CONCHA ESPINA

 

SINGLADURAS, viaje americano.

CONCHA ESPINA (1932)

(Ediciones Evohé, 2010)

Se trata de un libro donde la autora Concha Espina (Santander 1869-Madrid 1955) lleva una especie de diario de uno de sus viajes a América en los años 20. El tronco narrativo obedece a sus impresiones de las mujeres cubanas y norteamericanas, de su papel en el mundo, pero que desarrolla en un par de páginas, que no llegan ni a ser capítulos, con los que va despachando temas muy diversos, desgranando el mundo que le tocó vivir. Para ello utiliza una elevada erudición lingüística, que yo no había leído hasta ahora, y una finura analítica  que convierten estos minicapítulos en delicatessen, en algo muy moderno. Compara la sociedad clasista y servil de España con la de los empleos en Norteamérica, donde las mujeres trabajan y donde en su pensión, por ejemplo, tiene que insertar una moneda en una ranura para que funcione la hornilla, algo muy curioso para la época. Pone de manifiesto los movimientos intelectuales de las mujeres cubanas y de color, algo todavía también exótico en Europa; se deleita con el Nueva York joven y casi recién estrenado de los rascacielos, de sus visitas a la choza donde vivió Edgar Alan Poe, a la  Universidad de Columbia, de las librerías, de los españoles que viven en América… en fin, compone un puzzle con cada pieza torneada con su exquisito verbo, con sus singladuras, ofreciendo al lector/a un libro muy ameno de disfrutar, haciendo un retrato muy preciso que de lo que hoy todavía es  Norteamerica y que yo he encontrado en mi primer viaje de este año.  No en vano ha sido mi libro de cabecera de ese viaje. Por tanto este libro a un lector de nuestra época, a pesar de estar editado por primera vez en 1932, le puede resultar muy curioso y ameno.

Una de las grandes reflexiones cuando lo he acabado, es de cuántas mujeres como Concha nos privaron y siguen privándonos en el sistema educativo español. Arrancar de nuestro acerbo a estas mujeres nos ha convertido en un país mucho más pobre de lo que podríamos ser, que debería de pedir a gritos el tiempo perdido. Es como si aquella España que levantaba cabeza social e intelectualmente a principio de los años treinta, hubiese sido arrasada por la lava de un volcán y ahora, lectoras arqueólogas, nos quedásemos maravilladas ante mentes tan prodigiosas como la de Concha, en una sociedad tan avanzada como la de su juventud y de las que nadie nos habló. Nominada al Nobel de Literatura en 1926, 27 y 28, nos da una idea de la gran proyección internacional que tuvo y de la que ya no queda apenas rastro, como tantas otras. Tiene una estación de metro en Madrid, eso sí, me recuerda mi marido. Es verdad, pero a mí nadie me habló de ella ni me puso uno de sus hermosos escritos en las manos. Y estoy enfadada por ello, le contesto. Iré a esa estación cuando vuelva a Madrid.

Me calmo. En fin…

Concha, sé bienvenida a Otrasquebaileen y ocupa tu lugar de maestra de maestras.

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